PENTECOSTÉS

Nadie trabaja más duro que el agricultor, y, simultáneamente, nadie tiene tanta inseguridad sobre los frutos de su trabajo como éste.

El labrador depende completamente de los «elementos» de la naturaleza.

Se necesita sol, pero no demasiado, para que no se produzca una sequía que arruine lo plantado. Se precisan lluvias, pero a su exacto y debido tiempo. El rocío, el viento, la temperatura — todos son factores importantes. ¿Qué puede hacer el pobre agricultor más que rogar a Dios para que El bendiga el producto de sus manos y le brinde una buena y abundante cosecha?

No es de extrañar, pues, que la época de la cosecha fuera ocasión de gran regocijo en la antigua Tierra de Israel.

El campesino judío sabía que todo lo debía al querido y piadoso Dios.

Para no olvidar esta verdad, decimos en nuestras oraciones diarias (en el Shemá)

«Y ocurrirá si obedecéis Mis mandamientos… entonces daré las lluvias de vuestra tierra en su temporada… y recogeréis vuestro grano, vuestro vino y vuestro aceite.»

Deuteronomio 11:13,14.

La época de la cosecha, en la vieja Israel, comenzaba en Pesaj, cuando el grano de cebada comenzaba a recogerse, y el «Omer» se llevaba al Templo como ofrenda de Gracias.

Pronto, maduraban los otros granos y frutas, pero «Bikurim», la ofrenda de los primeros frutos maduros, no debía llevarse al Templo antes de Shavuot.

Durante todo el verano, desde Shavuot hasta Sucot, había tiempo para traer Bikurim al Sagrado Templo.

Los Primeros Frutos debía ser traídos solamente de las «siete especies» por las cuales se alaba a la Tierra de Israel: trigo, cebada, uvas, higos, granadas, aceitunas y dátiles

Deut. 8:8

Todo un tratado de la Mishná está dedicado al tema de Bikurim y lleva su nombre. Aquí encontramos las diversas leyes: sobre quién recaía la obligación de llevar Bikurim, quién estaba exento de hacer la Declaración, y finalmente, quién estaba exento de ambos. No entraremos en el detalle de estas leyes, sino que daremos la muy interesante descripción de toda la ceremonia, que encontramos en la Mishná.

Cuando un hombre iba a su campo, huerta o viñedo, y veía por primera vez un higo maduro, o un racimo de uvas maduro, o una granada madura, la envolvía con un junquillo y decía: «Estos son los Primeros Frutos».

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Imaginen qué tentación era para el campesino el arrancar el primer higo maduro y llevarlo a la boca. Pero no se entregaba a la tentación, sino que lo designaba como ofrenda a Dios por la buena cosecha.

Recogiendo todos los Primeros Frutos, y agregándoles muchos más, de entre los mejores, el agricultor se dirigía a la ciudad más próxima y desde allí, junto con sus colegas, se dirigía a la ciudad de Maamad —la principal del distrito—.

Allí, reunidos en el mercado bajo un cielo limpio y azul, los campesinos pasaban la noche. Temprano por la mañana, el oficial del Maamad los despertaba llamando: «Levantaos vosotros, y vayamos hasta Sión, a la Casa de nuestro Di-s».

Aquellos campesinos que vivían cerca de Jerusalem traían los frutos frescos, pero aquellos que vivían lejos traían higos secos y pasas de uvas, para que la fruta no se arruinara en el camino.

Los frutos se llevaban en canastas decoradas. Los ricos llevaban canastas de oro y plata, mientras que los pobres utilizaban canastas confeccionadas con ramillas de sauce peladas. Muchos llevaban palomas vivas consigo, junto con la canasta, como sacrificios.

Cuando más se acercaban los peregrinos a Jerusalem, mayor era su número, y su alegre espíritu.

Al frente de la impresionante procesión marchaba un hermoso buey, futura ofrenda. Sus cuernos estaban cubiertos con oro, y un collar de hojas de olivo adornaba su cuello. Una flauta sonaba ante ellos, hasta llegar a Jerusalem. Cuando llegaban a las cercanías de la ciudad, los gobernantes y prefectos, jefes de los sacerdotes y jefes de los Levitas y los oficiales del Templo, salían a recibirlos.

También todos los artesanos de Jerusalem solían salir e inclinarse ante los recién llegados, diciendo: ‘Hermanos de tal o cual lugar, sed bienvenidos’.

La procesión continuaba hasta llegar al Monte del Templo, precedida por los flautistas. Cuando llegaban al Monte del Templo, cada uno, hasta el mismo rey, ponía su canasta sobre el hombro y entraba hasta el Patio del Templo.

Cuando los portadores de Bikurim llegaban al Templo, los Levitas cantaban:

‘¡Y Te exaltaré, Oh Señor, pues Tú me Has elevado e impedido que mis enemigos triunfen sobre mí»

(Salmo 30).

Las palomas atadas a los canastos eran entonces sacrificadas, y lo que el pueblo traía en sus manos era entregado a los Sacerdotes.

Mientras el canasto estaba todavía sobre su hombro, cada portador de Bikurim recitaba la «Declaración» (Deut. 26:5). Esta Declaración contenía, en pocas palabras elegidas, la antigua historia de nuestro pueblo, incluyendo la esclavitud egipcia y la liberación. Concluía con las palabras: «Y Él nos ha traído hasta este lugar, liberándonos, y nos ha dado esta tierra, una tierra que rebalso de leche y miel. Y ahora, he aquí que he traído los Primeros Frutos de esta tierra que Tú, Oh Señor, me has dado» (Deut. 26:10).

Luego dejaba el canasto al lado del altar, se inclinaba y salía.

Luego de la grande e impresionante ceremonia de la ofrenda del Bikurim, Jerusalem se convertía en una ciudad de solemne alegría y regocijo, de acuerdo con el mandamiento:

«Y te alegrarás por todo lo bueno que el Señor, Tu Dios, te ha dado a ti ya tu casa; tú, el Levita, y el extraño que se encuentre entre vosotros»

Deut. 26:11


Parte de la celebración de esta festividad es también hacer una ofrenda de alimentos y reuniones con familiares y amigos en la que esta ofrenda se ofrece con alegría (Deuteronomio 16:11). La ofrenda que se acostumbra hacer consta de dos piezas de pan de acuerdo con Levítico (23:17): “De vuestras habitaciones llevaréis dos panes como ofrenda mecida, que serán dos décimas de efa de flor de harina, cocidos con levadura como primicias para el Eterno.”

Respecto a la comida, durate Shavuot se realizan dos alimentos: uno en la mañana, que consiste en comer pan con lácteos y otro en la noche, en el que se acompaña el pan con carne.

Esta tradición alimenticia obedece a varias razones:

  • El simbolismo de los alimentos lácteos se remite a la parte en la que Moisés fue acogido por la hija del Faraón un día 6 de Siván.
  • La hija del faraón decidió llamar una nodriza hebrea para cuidar del niño; esta mujer resultó ser la madre de Moisés y el bebé bebió su leche.
  • Además, las tablas de la ley fueron entregadas en Shabbat, por lo que no podían utilizarse utensilios para preparar carne y fueron solo comidos alimentos lácteos.
  • Por su parte, la ofrenda de carne está establecida en Levítico (23: 18-20): “Junto con el pan ofreceréis siete corderos de un año, sin defecto, un becerro de la vacada y dos carneros”.

Es importante mencionar que se tienen distintas variaciones en el menú para Shavuot según el lugar de origen: entre los judíos de origen sefaradí se acostumbra comer borrecas (empanadas de hojaldre rellenas de carne, queso o vegetales y cubiertas de semillas de sésamo); mientras que en la costumbre ashkenazí se acostumbra comer blintzes (un tipo rellena de queso). Un platillo representativo entre los judíos provenientes de lengua árabe, se acostumbra comer los kipes, una especie de tortita de carne molida.

El Pentecostés, una festividad cristiana central, se celebra hoy, 11 de junio de 2024. Sin embargo, sus raíces se remontan a una tradición judía mucho más antigua, Shavuot. Esta conexión, junto con las diferencias entre los calendarios judío y gregoriano, son aspectos fascinantes que enriquecen la comprensión de esta festividad tan importante.

El Pentecostés, que significa «cincuentena» en griego, conmemora el descenso del Espíritu Santo sobre los apóstoles en Jerusalén, 50 días después de la Resurrección de Jesús. Este evento, descrito en el libro de los Hechos en la Biblia, marcó el nacimiento de la Iglesia cristiana y el inicio de su misión de difundir el mensaje de Jesucristo por todo el mundo.

Un puente entre dos tradiciones

La conexión entre el Pentecostés y Shavuot es evidente. Ambas festividades comparten la misma base numérica,conmemorando 50 días después de una celebración importante. Además, ambas celebran la transmisión de enseñanzas sagradas: la Torá para los judíos y el mensaje de Jesús para los cristianos.

Las diferencias entre el calendario judío, lunisolar, y el calendario gregoriano, solar, son fundamentales para comprender la variación en la fecha del Pentecostés. El calendario judío, con su estructura más compleja, genera fechas móviles que no siempre coinciden con el calendario gregoriano. Esta dualidad calendarística es lo que hace que la fecha del Pentecostés varíe de año en año.

  • El calendario hebreo:El calendario hebreo tiene una rica historia que se remonta a miles de años. Su estructura se basa en la observación de los ciclos lunares y solares, lo que le da una dimensión tanto astronómica como religiosa. La alternancia de meses de 29 y 30 días, junto con la inclusión de años bisiestos, permite que el calendario hebreo se mantenga alineado con las estaciones y las festividades judías a lo largo del tiempo.
    • un ciclo lunar y solar
    • Un calendario lunisolar, basado en los ciclos de la luna y el sol.
    • Consta de 12 meses, que alternan entre 29 y 30 días.
    • Comienza en el mes de Tishrei, que coincide con el otoño en el hemisferio norte.
    • Incluye años bisiestos, agregando un mes adicional cada cierto tiempo para mantener la sincronización con las estaciones.
  • El calendario gregoriano: también conocido como calendario occidental, es el calendario civil más utilizado en el mundo actual. Su estructura se basa únicamente en el ciclo del sol, lo que lo hace más simple y fácil de manejar que el calendario hebreo. Sin embargo, esta simplicidad también significa que el calendario gregoriano no se sincroniza perfectamente con las estaciones, lo que requiere la adición de días bisiestos para mantener la alineación.
    • un ciclo solar
    • Un calendario solar, basado únicamente en el ciclo del sol.
    • Consta de 12 meses, con 30 o 31 días cada uno, excepto febrero, que tiene 28 días (o 29 en años bisiestos).
    • Comienza en el mes de enero, que coincide con el invierno en el hemisferio norte.
    • Implementado en el siglo XVI por el Papa Gregorio XIII, reemplazando al calendario juliano.

En el calendario hebreo, Shavuót siempre cae en el mes de Sivan. La fecha exacta varía de año en año, ya que el calendario hebreo es lunisolar. Para determinar la fecha de Shavuót en el calendario gregoriano, se utiliza un algoritmo complejo que tiene en cuenta los ciclos lunares y solares.

Para este año 2024 comienza el 11 de junio a las 6 p.m. hasta el miercoles 12 de junio a las 6 p.m.

38 Y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos un varón como éste, en quien esté el espíritu de ’Elohim?

Génesis 41:38

4 El Espíritu de Elohim me hizo, Y el soplo de El-Shadday me dio vida.

Job 33:4

6 Así que respondió y me explicó: Esto es la palabra de YHVH para Zorobabel: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, dice YHVH Sebaot.

Zacarias 4:6

Y YHVH respondió a Moisés: Toma a Josué ben Nun, varón en el cual hay espíritu, e impondrás tu mano sobre él,

Números 27:18

17 El Espíritu de la Verdad, al cual el mundo no puede recibir, pues no lo ve ni lo conoce. Vosotros lo conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros.

JUAN 14:17
  • El Espíritu era el poder generador por medio del cual Elohim – Hombre fue formado a la matriz virginal.
  • Tambien fue visto descendiendo en forma de paloma , sobre el Mashiaj en su bautismo.
Hebreos 7:14 ¡cuánto más la sangre del Mesías, quien mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Elohim, limpiará nuestras conciencias de las obras muertas para servir al Elohim vivo!
Hechos 2:1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente fue hecho en el cielo un estruendo, como de un viento impetuoso, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados.
Juan 14:16 Y Yo rogaré al Padre y os dará otro Paracleto, para que esté con vosotros para siempre: 17 El Espíritu de la Verdad, al cual el mundo no puede recibir, pues no lo ve ni lo conoce. Vosotros lo conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros.
Juan 20:22 Y habiendo dicho esto, sopló y les dice: Recibid el Espíritu Santo.
Lucas 11:13  Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
Lucas 24:49 He aquí Yo envío la promesa de mi Padre sobre vosotros, así que vosotros permaneced en la ciudad hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.
Hechos 1: 4 Y estando con ellos, les mandó que no se alejaran de Jerusalem, sino que esperaran la promesa del Padre, la cual, les dijo: Oísteis de mí, 5 porque Juan ciertamente bautizó con agua, Pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

Quien cree en Él, no es juzgado; el que no cree, ya ha sido juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito Hijo de Elohím.

Juan 3:18

El pecado de la incredulidad en Yeshúa Hamashiaj como su Salvador personal es el ùnico pecado que permanece entre el y su salvación.

y la esperanza no será avergonzada, porque el amor de Elohím ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

Romanos 5:5

19 ¿No sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo que está en vosotros, el cual tenéis de Elohím, y que no sois vuestros? 20 Porque fuisteis comprados por precio. Glorificad, por tanto, a Elohím en vuestro cuerpo.

1 ra Corintios 6:19-20

La venida del Espíritu Santo deberia ser vista como un acontecimeinto importante, esencial para la obra de Elohim en la edad presente, asi como la venida de Mashíaj es esencial para la salvación y el propósito de Elohim para proveer salvacion para todo el mundo y especialmente para aquellos que creerían.

Existe una estrecha relación entre la salud y la Torá, más de la mitad de los mandamientos divinos están dedicados a preservar el bienestar físico y espiritual del ser humano. Esta perspectiva nos invita a profundizar en el concepto de salud desde la óptica de la Torá, explorando sus dimensiones más allá de la simple ausencia de enfermedad.

La salud como un regalo divino:

La Torá presenta la salud como un regalo preciado otorgado por Dios a sus hijos. En el libro de Éxodo 15:26, Dios se autoproclama como «YHWH Ropheka» (el Señor que te sana), enfatizando su papel como sanador y protector de la salud de su pueblo. Esta visión de la salud integra el bienestar físico, mental y espiritual, reconociendo la interconexión entre estos aspectos.

Los mandamientos como guía para una vida saludable:

Los 613 mandamientos de la Torá, lejos de ser una carga restrictiva, aunque imposbles de cumplir por un ser humano, solo EL MASHIAJ pudo hacerlo, aun así, ofrecen una guía para alcanzar una vida plena y saludable. Muchos de estos preceptos abordan aspectos como la higiene, la alimentación, el descanso, las relaciones interpersonales y la conexión espiritual. Por ejemplo, las leyes de Kashrut (leyes dietéticas) promueven una alimentación sana y equilibrada, mientras que las leyes de Shabat (día de descanso) fomentan el descanso físico y mental.

La salud en el contexto de las fiestas judías:

Las fiestas judías también juegan un papel importante en la promoción de la salud. Shavuot, la fiesta de las Semanas, coincide con la época de la cosecha, recordándonos la abundancia de alimentos nutritivos que Dios nos provee. Esta festividad también marca la entrega de la Torá, enfatizando la importancia de seguir los mandamientos divinos para una vida saludable.

La conexión con el Ruaj HaKodesh:

La venida del Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) en Shavuot no es una coincidencia. El Espíritu Santo, como fuente de vida y renovación, simboliza la capacidad de Dios para sanar y restaurar tanto el cuerpo como el alma. Su presencia en este día sagrado nos recuerda que la salud verdadera proviene de una conexión profunda con lo divino.

Conclusión:

La Torá ofrece una perspectiva profunda sobre la salud, entendiéndola como un regalo divino y un componente esencial de una vida plena. Los mandamientos, las fiestas judías y la presencia del Ruaj HaKodesh sirven como guías y herramientas para alcanzar el bienestar físico, mental y espiritual. Al integrar estos principios en nuestra vida diaria, podemos honrar el Templo del Santo Espíritu y vivir en armonía con la voluntad de Dios.

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